PSICOPATOLOGÍA Modos de enfermar - Libro "TERAPIA DE CRISIS" A. MOFFATT".



PSICOPATOLOGÍA Modos de enfermar - Libro "TERAPIA DE CRISIS" A. MOFFATT".



En la Terapia de Crisis el interés se centra en la resolución del problema y no en el análisis del diagnóstico. Aquí analizaremos los cuadros de despersonalización, depresiones, fobias y las psicopatologías de acción que aparecen en las épocas de crisis social y en los grupos de riesgo.

De todos modos describiremos brevemente los cuadros estabilizados y crónicos, que no son patologías de crisis, como la histeria y la neurosis obsesiva, en los que nos parece indicada la terapia psicoanalítica pues necesitan desarrollar una neurosis de transferencia y un largo proceso de análisis.


Depresión

Cuando falla el mecanismo que transforma la pérdida en recuerdo se instala el fantasma de la depresión. El depresivo se vincula con un fantasma que es alguien que está y no está. Como queda abrazado a lo perdido y pierde los brazos para vincularse con personas reales, vive en el pasado.

Las causas pueden ser de dos tipos: una por pérdida traumática (orfandad, pérdidas importantes que no tuvieron el proceso de duelo, que no pudieron llorarse y compartirse) y la otra es por no haber tenido un hogar donde se le enseñara el deseo, la exploración del mundo, sólo aprendió la desesperanza, son familias grises, escuelas de frustración.

El diálogo es interior y tiene como argumento el reproche o la culpa. El mundo le es ajeno y lejano, su percepción es endo-perceptiva (está dirigida hacia adentro).



Paranoia

En cambio, el vínculo paranoide, es el miedo. Se presenta con alarma, es exo-perceptivo (dirigido hacia afuera). El paranoico está muy atento a lo que va ocurrir. Es un vínculo adelantado en el tiempo. Está controlando qué vas a hacer, pregunta “¿Por qué me estás mirando?”, "¿Por qué te pusiste la mano en el bolsillo? ¿Qué vas a sacar?" Está alarmado. El argumento vincular es atacar o huir.

Hoy tenemos en todo Buenos Aires un clima paranoide por los asaltos y la ansiedad del futuro, tenemos un tono muscular de contracción que desgasta porque consume mucha energía, es como trabajar el doble. Contraigo el brazo porque tengo ganas de dar un golpe, y tengo contraídos los músculos para hacerlo. Al mismo tiempo, para no hacerlo, contraigo los músculos contrarios, esto consume doble energía. A este estado se lo denomina estrés.

Cuando el futuro no puede organizarse en base al deseo se genera la estructura del miedo para que no quede el futuro vacío, para tapar este vacío “lo llenamos de miedo”, si se nos desvanece el deseo, “la zanahoria” (que es un recuerdo placentero) colgaremos del hilo que hace caminar al burro, una araña (que es un recuerdo doloroso), que configurará un futuro temido que organiza una dirección, aunque luego no la podemos recorrer porque nos da miedo. Por lo tanto el paranoide queda paralizado, el diálogo básico es externo, atacar o huir. El mundo es un campo de batalla.



Fobias

El fóbico es el hermano menor del paranoico, el paranoico siente que todos lo persiguen, percibe el mundo como peligroso, en cambio el fóbico especializa y discrimina al perseguidor, pueden ser los perros, la oscuridad, algún insecto, las mujeres, las alturas, los encierros claustrofóbicos; tienen la fobia ubicada en un lugar y pueden manejarla, evitan eso y van tranquilos, no van donde hay perros, prenden todas las luces y más o menos la controlan. A veces lo logran con un acompañante contrafóbico, salen con determinado objeto o persona y se sienten tranquilos.



Histeria

Es un trastorno usual en la mujer, aunque también se da en el hombre. En ambos casos la estimulación erótica que prometen resulta frustrante a la hora de la resolución sexual (en criollo: “calienta la pava y no toma el mate”). En las crisis histéricas puede presentarse la despersonalización, como también trastornos físicos como desmayos, sensación de frío intenso, paralización. En los cuadros graves se acerca al trastorno esquizofrénico y en este caso se habla de psicosis histérica. El tratamiento de prescripción es el psicoanálisis, recordemos que la histeria es el cuadro central de la psicopatología freudiana.

Es, más bien, un cuadro de la burguesía. Podemos decir que requiere de un escenario elegante. En la villa el juego histérico, que es escena y seducción, no se puede mantener porque las necesidades son muy concretas y no permiten darse ese lujo: se mueren de hambre o la violan. La histeria era funcional en los grandes salones vieneses o actualmente en shopings lujosos.

El sexo se representa y no se presenta, no llega a la consumación, porque la seducción histórica es hacia el padre; cuando se acerca la consumación sexual aparece el tabú del incesto que la impide y el juego termina en frustración. Es un cuadro que nace de la represión de la sexualidad como ocurría en la sociedad victoriana.

Aclaramos que la persona no está mintiendo sino que cree en su representación, entra en lo que se llama trance histérico. Por eso Freud, en los primeros tiempos, trató las histerias con técnicas de hipnosis, induciendo el abandono del síntoma.

Tiende a generar conflictos triangulares por sus orígenes edípicos (la seducción al padre y la competencia con la madre).



Neurosis obsesiva

Tiene características opuestas a la histeria, la expresividad es mínima. La patología está centrada en los rituales obsesivos que controlan el entorno. Si en la histeria puede hablarse de una máscara, en la neurosis obsesiva sirve la imagen de la calesita que da vueltas continuamente, parece que avanza pero no va a ningún lado.

El obsesivo ordena pero no organiza su tarea, desarrolla actividades inútiles porque repite estereotipadamente sus maniobras. Están siempre abriendo y cerrando la llave del gas hasta que se quedan con la llave en la mano. Son pacientes angustiados y tensos.

Si la histérica puede resultar estimulante porque necesita seducir a su público o entorno, el obsesivo produce aburrimiento, es inexpresivo, un verdadero plomazo. Los dos cuadros desean retener el tiempo evanescente, la histérica representando su escena una y otra vez y el obsesivo repitiendo su ritual sistemáticamente. Los dos impiden la sensación existencial de pérdida pero al costo de no vivir vínculos reales.

En su base, son dos mecanismos psicológicos fundamentales para la vida social siempre que no se hipertrofien como enfermedad. El núcleo histérico permite la capacidad de ser expresivos, de demostrar emociones y con el núcleo obsesivo podemos organizar adecuadamente la realidad.

Tienen que ver con amor y trabajo que son las dos piernas para el viaje de la vida.



Personalidad confusa

Es el otro extremo de la neurosis obsesiva. Es la persona que vive en medio del caos, donde no puede hacer planes ni ordenar su mundo. En este cuadro todo es imprevisto y desconcierta a los demás. Estas personas viven con un gran monto de angustia por la continua vivencia de una catástrofe incontrolable e imprevisible.







Simbiosis

También es importante en la patología del vínculo, la simbiosis (no nos referimos a las simbiosis funcionales sino a aquellas intensas donde cada uno mutila las funciones del otro). En los casos de simbiosis agudas, entre las dos personas hacen sólo una, pues ninguna de las dos adquirió autonomía yoica, “se puede estar solo de tan cerca”.

Un ejemplo son las parejas sado-masoquistas donde el que hace el papel de víctima está utilizando al victimario para cumplir con su propia escena.



Brote psicótico

En el brote psicótico el enfermo habla desde una significación distinta a la nuestra, dice una palabra que para él tiene una significación delirante, por ejemplo: cree que la palabra perro puede morder, no discrimina entre el signo y lo que señala. Esta omnipotencia de la palabra está presente también en la infancia y en los rituales mágicos, donde una palabra secreta puede enfermar o matar.

El brote genera un sentimiento de vacío inaguantable donde el paciente siente que queda cósmicamente solo. Entonces crea su delirio, que le permite vincularse con alguien, que muchas veces es un perseguidor que puede ser un marciano o un monstruo. En el delirio paranoide, el perseguidor lo controla, con lo cual él se siente mirado y vuelve a existir. Además tiene un otro con el que puede dialogar aunque sea delirantemente.

Hacen ensaladas de palabras, las pegan de cualquier manera y resultan creaciones a veces muy hermosas. En el fondo del Borda trabajábamos la poesía psicótica, unen palabras mejor que Neruda, crean neologismos que son nuevas palabras inventadas. Cierta vez estaban describiendo un asesinato, vi en la pared del Hospicio el dibujo de un cuchillo con sangre y abajo decía “cuchangre”, me pareció espantosa esa palabra porque sintetizaba las dos cosas en forma de pensamiento primario. ¿Se puede aludir a un asesinato con mayor economía que la palabra “cuchangre”? (cuchillo y sangre).



Esquizofrenia Mensajes paradojales

La madre del esquizofrénico es muy especial. Según la teoría sistémica, que se basa en la teoría comunicacional, para fabricar un esquizofrénico es necesario que la madre le dé mensajes absolutamente paradojales, le interprete la realidad de otra manera y además exija que el niño acepte esa definición. Suelo dar como ejemplo el caso de una madre que trae a la consulta a su hija con un brote esquizofrénico. La hija dice: “Mamá, traeme el saco porque tengo frío”, y la madre le contesta: “Vos no tenés frío, tenés hambre”. No acepta lo que ella dice. Si dice: “Tengo rabia”, la madre contesta: “No, yo sé que vos estás triste, ¿no va a saber tu madre lo que te pasa?” Continuamente la define como otra cosa de lo que es y la chica empieza a decodificar de manera distinta. Si de niña le pregunta: ¿Por qué papá me mira con rabia? (puede ser que el padre realmente se sienta desplazado), la madre le dice: “¿Por qué decís eso? ¿Por qué sos tan mala? Vos no lo querés a papá”. Luego, cuando alguien la mire con rabia, ella va a creer que no la quieren. Si la hija pide aclaración, la madre le contesta: “¡No seas insolente con tu madre!” No acepta nunca la rectificación del doble mensaje. En teoría de la comunicación se llama double bind, doble atadura, se dice algo en un nivel y en otro nivel lo contrario y se impide señalar la contradicción. La madre se conduce como si la hija fuera una prótesis suya, no acepta que ese ser es un existente independiente.

Otro ejemplo de mensaje paradojal sería el de una esposa que le dice al marido: “¡Tenés que ser más varonil! ¡Te ordeno que vos seas el que manda acá!” El marido piensa: “Si ella me ordena que yo mande, en realidad está mandando ella”. También el caso de un sargento que le dice al soldado: “¡Le ordeno que me desobedezca!”. Y si el soldado dice: “Sargento, me está ordenando algo contradictorio”, la nueva orden es: “¡Obedezca, soldado!”.

En todos los casos el pedido es incongruente en sí mismo. Esto lleva a la paralización porque cualquier cosa que se haga está sancionada, la comunicación es una trampa.

Para que esta modalidad comunicativa, que llamamos doble vínculo, sea patológica y que, acompañada por otros factores, produzca una esquizofrenia, tiene que estar dentro de una relación intensa, de sobrevivencia. Como la relación que tiene el niño con los padres.

Si la madre sonríe y le dice: “Yo te quiero mucho” pero lo empuja y cierra la puerta, el niño no sabe si lo quiere, o lo que quiere es echarlo. La clave está en afirmar algo y en otro canal calificar negativamente lo anterior. En este caso, en canal verbal “te quiero” y en canal gestual “rechazo”.



Shock psicológico

A una persona que está en situación de shock psicológico agudo, no le podemos hablar, quedó detrás de las palabras y suelen ponerse en posición fetal, lo que indica que está regresado. Para estos casos hay maniobras corporales como el abrazo de contención. Si está en pánico agudo, debe ser atendido con una técnica corporal llamada “maternaje”, que consiste en abrazarlo casi como a un bebé por su regresión aguda. Incluso hasta se mea y se caga, lo que indica que regresó a la etapa anterior al control de esfínteres. Luego irá volviendo a la realidad gracias al proceso terapéutico que, por etapas sucesivas, lo llevará a su edad actual.



Abuso sexual en menores

Las malas experiencias, como un abuso sexual en la niñez, pueden después traer problemas en la sexualidad adulta. Lo curioso de la mente es que se puede reparar lo sucedido, se puede modificar el pasado. Cuando soñamos podemos volver a la profundidad del inconsciente y con técnicas de ensueño dirigido y psicodrama podemos revivenciar con plena sensación de actualidad aquel hecho doloroso. A través de una catarsis, se externaliza el recuerdo, se pone en palabras y se entiende el traumatismo.

Los abusos sexuales en los niños son muy confusos, ambiguos y paradojales porque el que tiene que proteger es justamente el agresor. Muchas veces la madre es cómplice y dice: "Eso no pasó, mentís", con lo cual la nena cree que está loca, porque la mamá es la que le define la realidad. El mundo, para la criatura, se convierte en algo que no comprende. A veces la madre le dice: "Vos lo provocaste", esto es muy frecuente, y entonces la nena cree que es puta, aunque ella sabe que no sedujo, y entonces se confunde. Por eso, este tipo de experiencias traumáticas a edades muy tempranas, dejan huellas profundas. Es algo que sucede de noche y es ocultado en el día, está inscripto en la nocturnidad y por eso es muy confuso. Durante el hecho, en el niño o niña, hay conciencia crepuscular, no entiende bien si ocurrió o no.

He trabajado en algunos casos en los que, en la cama de la nena, apareció semen, y la madre le hizo creer a ésta que era té con leche.

Cuando la nena víctima del abuso se hace adulta, desarrolla síntomas mutilatorios de su sexualidad como frigidez o vaginismo, que es la contracción espasmódica de la musculatura vaginal que impide la penetración. Para curarlo se debe revivir dolorosamente la escena con técnicas de regresión, ensueño dirigido o psicodrama, para luego poder verbalizarlo. Podemos decir que es algo que no supuró en su momento. Es como un absceso con pus, hay que punzarlo para que salga la infección y se cure.



El síntoma es defensivo

Observamos frecuentemente que en la historia de los chicos adictos no ha habido afecto en sus vínculos infantiles. Tienen la vivencia de vacío existencial, llamado síndrome de vida vacía. Muchas veces la droga da una salida a esa situación, aunque el remedio termina siendo peor que la enfermedad.

Siempre que alguien hace un síntoma, lo hace para protegerse de algo peor, y para modificarle ese mecanismo, antes tenemos que darle otra cosa en sustitución. Cuando a un chico de la calle, que se llamaba “Huesito” (podemos imaginar la razón) le pregunté por qué se daba con el Poxi, me dijo: “Yo duermo donde vos caminás, ¿querés que me vuelva loco? Dame una casa y yo dejo el Poxi”. El pegamento era la defensa ante la vivencia de vacío.



Deprivación social masiva

Si el humano queda totalmente solo deja de existir. Lo de Robinson Crusoe, de estar veinte años solo en una isla desierta, es una ficción. En la vida real, a los seis meses, cualquiera se vuelve loco. Como era inglés, podía haber durado un poco más, si hubiera sido italiano, sobreviviría solo una semana, hubiera hecho un delirio, y como era religioso, un delirio místico.

El buzón es un lugar de castigo que tiene toda cárcel, al que los presos temen más que a la paliza. Está muy aislado, a oscuras, no se oye ningún ruido, es un lugar pequeño en el que entra una sola persona. Cuando los presos son metidos allí, sienten que desaparecen. Al poco tiempo de estar solos, sin ver ni oír nada, comienzan a delirar.



Lic. Jorge Aquilino Alvarez Sosa
 Universidad CAECE (Argentina) 2009
Licenciado en Psicología Social (Articulación Universitaria. Resolución R.M. Nº1214/99)
Licenciado en Psicología (por refrendada la R.M. N° 1214/99 por Resolución Ministerial Aprobada N°1653/16, Carrera acreditada por CONEAU, Resolución N°1112/14)
Egresado con Honores.
Promedio: 9.5


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